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Allí la expectación ante el nuevo gigante fue pública y espectacular. Todo llamo la atención, desde sus gigantescas turbinas hasta el número de ruedas del prolífico tren de aterrizaje, pasando por un espacio interior fabuloso. Afortunadamente, para aquellos aun pequeños provincianos la seguridad de que volvería puntualmente lleno de visitantes alemanes era todo un orgullo.
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