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En aquel Día de la Amistad este extraño y zancudo avión de apoyo táctico era la gran estrella y el gran desconocido de la estática. Feo de perfil pero enormemente bello en planta cuando iba limpio, fue el penúltimo y mas mortífero de los monomotores de serie “cien” de la USAF, siendo casi tan grande, tan pesado, tan rápido y llevando casi tanta carga de guerra como su sucesor el F-4C, con la gran ventaja de llevar el mismo cañón M-61 Vulcan pero embutido en el fuselaje, como se observa nítidamente. Superó enormemente a su antecesor, el N.A. F-100D con el que convivió en combate (en un desarrollo casi contemporáneo) y cuya única similitud con él era el tener un único motor PW J-75 derivado del J-57 de éste, pero con un empuje de casi el doble y casi igual que LOS DOS motores del F-4.
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