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En la soleada tarde de Málaga, este liadísimo y limpïsimo (aerodinámicamente hablando) pionero de los reactores comerciales se desliza frenando ya. Su purísima línea al final resulto un inconveniente pues, como otros aviones británicos, el empeño de meter los motores en el encastre del ala encarecía su construcción y su mantenimiento. Los reactores yankis, que ya lo habían demostrado en sus bombarderos, ganaron la partida con la simple idea de colgar del ala las turbinas simplificándolo todo.
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