Hubo un instante en cual el aeropuerto entero se quedó en silencio. En ese instante salió el sol y pude captar su reflejo en el fuselaje del avión.
Fue como una tregua tomada a partes iguales entre la naturaleza impasible y la tecnología imparable.
Si has sabido disfrutar de momentos como este, si has visto amanecer entre el olor a queroseno, si has rozado con las yemas de tus dedos el frío metal que surca los cielos, entonces esta foto es para ti.