El rápido avance en el campo de la electrónica en la decada de los 60 del pasado siglo, propicio el desarrollo de los aviones de combate de tercera generación. Un ejemplo claro fue el Phantom en el que el binomio radar-misiles pretendió jubilar al cañón. En el ejemplar de la FPAC esta muy avanzada la restauración del radar de impulsos doppler Westinghouse APQ-100, del que se observa el plato explorador. El comienzo de la guerra de Vietnam puso de manifiesto la inmadurez tecnológica (sobre todo de los misiles), por lo que en las versiones posteriores del Phantom se volvió a recurrir al fiable cañón.