El 757 de Cabo Verde, con las últimas luces de la tarde, con una luz cambiante entre sol y nubes, acompañado de mis buenos amigos spotters que hacen de esta "dura profesión" algo más llevadera.
Cuando ya nos íbamos llegó por fin el TACV. Dedicada a Alfonso Ródenas que ya había guardado su cámara y a Rubén Gil por el diligente aviso. Una muy buena tarde pasamos los tres. La luz podría haber estado mejor.