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Pasando revista a la pista. Nunca se sabe si puede haber alguna pieza suelta o, como es muy común en Sevilla, un conejo atropellado. Se realiza siempre en sentido contrario a la pista activa, en este caso la 27, y por supuesto, sin ningún aterrizaje previsto en varios minutos. Menudo susto para el piloto en caso contrario.
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