Si la llegada de un cuatrirreactor todavía hoy hace las delicias de los aficionados, hay que imaginarse lo que representaba la llegada de los DC-8 de Panamerican en los años sesenta. Constituía todo un acontecimiento incluso para los propios empleados del aeropuerto.
Llegando a la terminal procedente de Nueva York. Puede verse la primera torre de control, entonces solitaria, que aún se conserva, inactiva por supuesto, hoy día.