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Al entrar por la puerta trasera del hangar de lavado y pintura de la Maestranza, me quede de piedra al ver esta especie “clipper” de los años treinta en restauración. No me imaginaba que, por primera vez, un Canadair estaba allí en pleno proceso se resellado, para acabar de quitar la anterior imprimación, como proceso previo a su nuevo pintado, procesos que habitualmente se han hecho bajo la responsabilidad de la Maestranza de Albacete. Un contraluz difícil por el fuerte brillo del fondo sobre la puertas y la relativa escasa iluminación del primer plano, lo que confería al ambiente una extraña atmósfera verdosa causada por los reflejos del brillante color del anodizado electroquímico de fábrica, que estaba quedando al descubierto, como ultima protección permanente de la chapa desnuda del avión
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