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Unas cuantas semanas mas tarde de dejarle anclado en tierra como ya hemos visto, semidespojado de sus equipos, pero armado con unas vigas de acero por debajo (para reforzar tren y alas) evitando que se desmorone a las primeras pasadas de cañoneo, aun queda lo suficiente para que sea localizable, después de que su núcleo sensible en el centro del fuselaje haya sido destrozado. Morir con las botas puestas es, según una famosa película, un orgullo para cualquier miembro de un ejército, como lo fue este avión. Muy pocos de estos tienen hoy la suerte de ser admirados en una plaza de una base militar.(Colección Juan Arráez).
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