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Después de atravesar en diagonal toda la bahía, el amaraje terminó cerca de las playas que bordean su fondo (frente a la bocana) y bastante lejos del puerto militar. Viró, proa al citado puerto, con viento de costado, y ante una mar poco simpática, manteniendo los dos motores exteriores en marcha, se mantuvo al pairo esperando a que viniera a recogerle la lancha auxiliar POLLENSA II para evitar navegar con dificultades. Parados los motores y tras un trabajoso amarre (por el estado de la mar y a pesar de una lancha neumática auxiliar para esa faena) a la lancha POLLENSA con un cabo atado a la anilla de proa del avión, este fue remolcado (con la patente alegría de tripulación - aunque el gesto del piloto no parezca muy contento - y pasajeros) por los expertos marineros de la POLLENSA, que de esto saben bastante, hasta enfilar la bocana del puerto militar. (Foto original de Roberto Yáñez)
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