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Este “pedro” del Ala 27 se adentra en el mar tras sobrevolar La Malagueta en un precioso atardecer de aquel otoño. Recién terminada la película que le proporcionó el nuevo camuflaje, el departamento de fotografía del Ala hizo una serie de tomas de los aviones sobre los alrededores de Málaga con esta pintura y las repartió entre compañeros y amigos de la Base, siendo esta una de ellas llegada a mi por vía de mi generoso amigo José A. Rubio, cuyo padre y hermano trabajaron conmigo entonces, trasmitiéndome su entusiasmo y experiencia, en aquella época de mi primer empleo como Oficial “novato”.
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