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José Antonio
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16/09/2009 03:15:28
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Esta foto, me recuerda un dia, que estando en el taller de electrónica, mecánicos de radios, suena la "generala", y acto seguido entra el brigada Villanueva, (de cromados Villanueva en calle Cuarteles) diciendo que el hangar estaba ardiendo, salimos de estampida hacia el hangar, y efectivamente habia fuego en un cuartillo que era almacen donde habia gasolina, la prioridad principal era sacar los aviones que estaban aparcados, recuerdo que habia un Pedro frente a la puerta, esta estaba entreabierta, entre unos que intentaban abrirla del todo y otros empujando el avión, la sincronización no fue todo lo perfecta, pues el avión era empujado a más velocidad que se abria la puerta, viendo que se iba a producir un siniestro mayor que la posibilidad de un incendio, cogí un calzo, de los muchos que por alli habia, y lo metí debajo de una rueda para frenarlo, el avión crujió cuando se frenó, los que empujaban no se habian dado cuenta de la situación, estaban por salvar el avión, el tiempo del frenado fue suficiente para que las puertas se abrieran en su totalidad, detalle que estuve pendiente para volver a quitar el calzo, dando el grito de ahora,ahora,sacamos el avión hasta la entrada del hangar, una vez frenado, volvimos dentro, el fuego fue controlado. Busqué a mi padre para ver como estaba y me alegré de que no le hubiera pasado nada. Hay ver lo que dice una foto Juan M.
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José Antonio
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03/01/2010 12:30:55
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La casualidad es tan caprichosa, que hace unas semanas me enteré después de 45 años lo que pasó ese día por boca de uno de los protagonistas. En esa habitación donde se suministraba gasolina, disolventes, etc, para ciertos trabajos, el responsable era Bernardo Castillo, persona mayor con gafas que atendía las necesidades del personal, unas veces despachaba el, o se auto servían. Una de las espitas de un barril de combustible no se cerraría bien y fue goteando al suelo, como este tenia caída, se fue desplazando libremente por la habitación, la puñetera casualidad fue que era invierno y que Bernardo tuviera un calentador eléctrico tipo piña encendido bajo su mesa, cuando los vapores del combustible se acercaron lo suficiente al calentador se produjo la explosión y luego la implosión que cerro las puertas de la habitación. Mi amigo Pedro “El tornero” que trabajaba en esos momentos junto al torno que estaba frente a la habitación, las abrió y sacó a Bernardo todo quemado, (pobrecito), un suboficial se quitó la cazadora y se la puso para taparle las heridas, Pedro, lo acogió en sus brazos y lo sacó del hangar para llevárselo al botiquín que estaba en una esquina de la Plaza de Armas, a la salida del hangar por la derecha, vio que estaba el SEAT 1500 del Coronel de la Base, creo recordar que era O’connor, dirigiéndose al chofer, un cabo 1º, le pidió que los llevara al botiquín para que atendieran a Bernardo, a lo que se negó porque podía verse en un compromiso, si se manchaba el interior del vehículo. A Bernardo lo atendieron en el botiquín y se lo llevaron al Hospital Carlos Haya, el Mando de la Base tomó cartas en el asunto y pasó al Hospital Militar. Afortunadamente se recuperó, pero no volvió a la Base.
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