Enviado por
José María Rebés

Tormentas y aviación

 Fecha y hora de inicio
 
16/04/2013 16:21:29
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Hace un par de días llegué al aeropuerto de Barcelona-El Prat en un Embraer 195 de una compañía española. Un agradable vuelo desde la isla de Mallorca, a 18000 pies de altura de crucero, entre finas capas de nubes, que se extendían por encima y por debajo de nuestro nivel de vuelo. Nada hacía presagiar una tormenta sobre el aeropuerto de Barcelona, salvo el comentario del comandante de que a nuestra llegada encontraríamos la zona cubierta de nubes. Temperatura exterior en el aeropuerto de 15 grados.

Cuando el avión llegó al finger empezó a chispear, y minutos más tarde, mientras caminaba yo por el parking en busca de mi automóvil, el cielo empezó a rugir. La lluvia era intensísima. Al poco de salir del parking una ducha de granizo pequeño golpeó mi auto por espacio de un par de kilómetros, que se me hicieron interminables. Acerté a detener el auto bajo la marquesina de una estación de gasolina, y mientras esperaba que se detuviera la tormenta pensé en el efecto de semejante fenómeno sobre los aviones en aproximación. Mi auto tenía, y tiene, varios desperfectos en la chapa por causa de ese granizo, pero yo pude refugiarme bajo una marquesina. ¿Qué pasa con los aviones?

El problema del granizo es que no es fácil de predecir, en absoluto, una tormenta puede contener granizo solo en una zona muy pequeña de la misma. Además tampoco es visible en los radares meteorológicos de los aviones. Lo que sí es posible es intuir la presencia de granizo en tormentas, pero no la detección inequívoca del mismo. Ya sabemos que los aviones tratan de evitar los núcleos tormentosos en cualquier momento de su ruta, pero para aterrizar en un día nublado han de atravesar las nubes, y esas nubes pueden contener granizo.

Y también pueden producirse encuentros con el granizo a altitudes de crucero. En Agosto de 2006 un Boeing 727-223F de Capital Cargo Internacional, con registro N708AA, en ruta en Calgary y Edmonton, encontró uno de esos núcleos de granizo volando a 35000 pies. El avión sufrió numerosos desperfectos en el morro, carcasas de los motores, slats e incluso en los vidrios de cabina, quedando el del copiloto tan dañado que nada se podía ver a su través. Tras un aterrizaje de emergencia el avión fue reparado y puesto de nuevo en servicio. Enlaces a fotografías de algunos de los desperfectos:

http://pics.livejournal.com/laptop_mechanic/pic/000f6hgg
http://pics.livejournal.com/laptop_mechanic/pic/000f78tq
http://pics.livejournal.com/laptop_mechanic/pic/000fah8e

Sobre incidentes de este tipo os dejo una buena muestra (todo en inglés):

http://www.avherald.com/h?article=45a54dd7&opt=0
http://www.avherald.com/h?article=45581bcb&opt=0
http://www.avherald.com/h?article=44d20b87&opt=0
http://www.avherald.com/h?article=441eebf9&opt=0
http://www.avherald.com/h?article=43fba626&opt=0
http://www.avherald.com/h?article=42fca893&opt=0 <--- muy interesante
http://www.avherald.com/h?article=429a405d&opt=0
http://www.avherald.com/h?article=420f3b2f&opt=0
http://www.avherald.com/h?article=40b5bad2&opt=0
http://www.avherald.com/h?article=3f89a985&opt=0 <--- muy interesante

En aproximación los ATC dan a los pilotos vectores que eviten los cumulonimbos (abreviados "Cb"), esas inmensas masas de nube vertical que más vale no atravesar. ¿Por qué? Los cumulonimbos concentran una masa de aire caliente en su interior con vientos en espiral ascendente, algo que cambia completamente la sustentación de un avión al añadir un componente de fuerza ascensional, y fuertes corrientes convectivas. Solo las aeronaves de cierto tamaño podrían atreverse a atravesarlas, pero por seguridad se deben circundar. Los radares meteorológicos de los aviones comerciales detectan claramente estas masas de nubes.



De entre las tormentas las peores son las llamadas "supercélulas", grandes moles de tormenta convectiva que pueden llegar a ser el origen de un ciclón (o huracán, diferentes nombres para el mismo fenómeno). El techo de estas nubes está muy por encima del nivel de crucero de cualquier avión comercial, con su techo de 15 a 20 Km de altura. ¡Más vale rodearlas! El problema se agrava en lugares con poca cobertura informativa, como determinadas zonas sobre los océanos. En esas zonas los mapas meteorológicos son muy generales y los pilotos deben estar muy atentos al radar.

El accidente del Airbus A330 de Air France sobre el Atlántico, cuya fase inicial se produjo por la entrada en una zona tormentosa no visible en el radar (creían estar rodeando la tormenta) aceleró las investigaciones acerca de la detección de tormentas y las alertas asociadas a esa detección. El Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR, "National Center for Atmospheric Research") de los EEUU de Norteamérica, en colaboración con el Instituto Tecnólogico de Massachusetts (MIT, "Massachusetts Institute of Technology") han desarrollado un tipo de alertas que actualmente está en fase de pruebas (en inglés: https://www2.ucar.edu/atmosnews/news/846...asts-potential-storm-hazards-over-oceans ): "El sistema basado en NCAR, desarrollado conjuntamente con el Programa de Ciencias Aplicadas de la NASA, combina datos de satélite y modelos climatológicos computerizados para producir mapas de tormentas sobre la mayor parte de los océanos del mundo. Este sistema está basado en productos desarrollados por NCAR para alertar a los pilotos y a los controladores de tráfico aéreo acerca de las tormentas y los riesgos asociados, como turbulencias y rayos, sobre el área continental de los Estados Unidos [de Norteamérica]."

Los rayos, sí, ese es otro peligro potencial. Un rayo, vaya o tierra o de una zona de una tormenta a otra zona en la misma tormenta, es una descarga eléctrica de muy alta energía y temperatura. La ionización de las partículas de aire por las que pasa la descarga produce la intensa luz característica, y el brusco calentamiento del aire por la energía de la descarga produce una onda de choque, trueno. La velocidad de un rayo es inmensamente superior a la de cualquier cosa creada por el hombre (por encima de 100.000 km/segundo, he leído diferentes cifras al respecto) y la temperatura alcanzada puede llegar a 30.000 ºC. ¿Impresionante? Ahora imaginemos esa descarga con un avión en su camino. ¿Le pasa algo al avión?

En teoría no, en teoría un avión responde al artificio llamado "jaula de Faraday": una caja metálica hermética. ¡Curiosamente es el mismo efecto por el cual no te funciona un teléfono móvil dentro de un ascensor (salvo que sea de madera)! Y por el mismo motivo no te funcionará el teléfono móvil dentro de determinados edificios con una estructura envolvente de acero. Pero apaguemos los móviles, que hablamos de aviones: este efecto se produce en estructuras metálicas, en las cuales la carga exterior y la interior se compensan en la propia estructura metálica, impidiendo que las cargas eléctricas "entren" en el interior de la estructura. Por más que se les aplique carga externamente nunca esa carga penetrará en el interior, al producirse una carga de signo opuesto y de la misma intensidad en la parte interior de la estructura externa. Y si no penetra la carga tampoco se produce una elevación de temperatura dentro del avión. La descarga simplemente "sigue su camino" resbalando sobre la superficie del avión.

Pero bueno, volviendo a la realidad los aviones no son jaulas de Faraday perfectas, hay zonas de los aviones construidas de materiales que no son metálicos (composites) y aperturas de la caja (los motores, por ejemplo). Si revisamos los incidentes aéreos encontraremos ejemplos de cómo un rayo puede dañar un motor en pleno vuelo: en pleno vuelo el impacto de rayo causa la parada de los generadores de corriente continua de un Jazz de Havilland Dash 8-100. Tras reiniciar los generadores el vuelo prosiguió sin más incidentes (http://www.avherald.com/h?article=45d4d29e&opt=0 ).

Es solo un ejemplo, pero podríamos comentar muchos de problemas en motores o desperfectos en alguna zona de la superficie del avión.

En fin, dejemos el mal tiempo y deseemos pocas turbulencias ... ¡a no ser que disfrutes con ellas!

Saludos,

José María
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