Enviado por
Adrian

Amor a la aviación

 Fecha y hora de inicio
 
20/02/2011 23:50:46
1833 vistas

Hola abro este post porque me gustaría saber porque hecho os gusta la aviación, en que momento os empezó a gustar, que es lo que pensais para que os guste tanto y cada vez más. Espero no molestar al abrir este post, solamente quiero compartir con todos vosotros esta pasion hacia la aviación. Saludos a todos.
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Respondido por
Adrian

 Respuesta 4
 
21/02/2011 00:46:09

La primera vez que fui al aeropuerto de GCLP. Fui con mi tio y mi primo, ibamos a dejar a mi primo que se iba a Madrid. Despues de embarcar yo y mi tio nos situamos en una parte donde se ven despegar. Salio el vuelo de mi primo y...me quede asombrado, era un Iberia grande, no se el modelo ya que en ese tiempo no me interesaban los aviones. Por la mas que me gusto fue por la velocidad y tambien porque lo veiamos alejarse cada vez mas hasta perderse en las nubes. A partir de ahi me encantaban los aviones, mire en internet las compañias, modelos, escuelas de piloto, video, fotografias etc.. Muchas cosas. Cosas de las que me gustan de un avion es, la altura a la que va, velocidad, los kilometros que hacen, lo bonitos que son y por muchas cosas mas que no se expresar. Saludos.

Respondido por
La Roche Spotters

 Respuesta 5
 
21/02/2011 01:36:45

Interesante tema Adrian.

Mi afición viene desde niño. Mi colegio estaba en la senda de aproximación de un aeropuerto y siempre me quedaba mirándolos cuando pasaban por encima. Con el tiempo, a los 9 años, pude montarme en uno de esos aviones, pasar por esos aeropuertos e incluso entrar en cabina en pleno vuelo. El resto no fue mas que casualidades o cosas que tenian que pasar de un modo u otro y que me condujeron a lo que hoy soy y donde trabajo.
Recuerdo en mi primer empleo que me tocó ir al aeropuerto y paseando por los pasillos de las oficinas, vi a gente con la identificación Aeroportuaria. Ese día me dije a mi mismo que yo tenía que llevar una de esas. El puesto no me importaba, pero tenía que conseguir un trabajo en la aviación. Al final lo conseguí y son ya varios años trabajando en ella.
Todos los días disfruto de mi trabajo, de los aviones y de mi afición. Mas que un trabajo, es un disfrute.

Saludos y espero que les guste mi pequeña aportación.


Respondido por
Guillermo Vidal - http://www.youtube.com/user/guillermovi...

 Respuesta 7
 
21/02/2011 21:52:37

Para mí, todo empezó cuando empezé a mirar fotos de aviones. Pero cuando ví una foto de un Boeing 747 me quedé: Uau! Desde ese momento me apasioné completamente. Siempre ibamos a buscar a mi padre a la terminal de Barcelona (por motivos de trabajo). Cuando inauguraron la T1, tenía una vosta excepcional, y ví unos colores muy verdes, extraños por así decirlo, y era un Boeing 747-400F de Jade Cargo, me eancantó. Estube muchísimo tiempo esperando a mi primer vuelo después de aficionarme a la aviación. Era a Palma con Vueling en un A320. Mis padres me hicieron el favor de salir prontito para dar una vuelta por la terminal. Los Deltas, Singapore Airlines, American y el 747 de Cargolux que se veía al fondo hacían ese momento increíble. Lo mejor llegó cuando el avión se alineó con la 25L. Después de tener mucho tráfico delante (y detrás), nos disponemos a despegar. Al oír los bellos sonidos de los motores fue como una subida de adrenalina, y me acuerdo que dije en voz alta: Me encanta!!! Luego, no paré de aprenderme todos los modelos. Y creo que ahora, con 13 años, quiero ser piloto. Desgraciadamente, algunos amigos míos dicen (en plan broma) que estoy loco.

Una frase de Shakespeare que me encanta: My soul, is in the sky.
Quiere decir: My alma, está en el cielo.

Un saludo a todos!



Respondido por
José María Rebés

 Respuesta 10
 
21/02/2011 23:00:33

Alguien me dijo hace poco que no sé contestar en pocas líneas, así es que como es verdad no me extenderé mucho:

Lo mío no es amor, se llama fascinación. Me fascina la plástica, la armonía, el dominio de las leyes deducidas por el hombre y aplicadas a la aeronáutica, la belleza de la simbiosis de la naturaleza y lo artificial, el trabajo bien hecho, el esfuerzo solidario, el profesionalismo al servicio de los demás ... pero por encima de todo me fascina lo mismo que a otros antes que a mí les provocaba incredulidad ante el posible vuelo del ser humano: que esas grandes o pequeñas máquinas puedan elevarse con una casi independencia de su masa.

En otro post algún día os contaré más cosas de esta fascinación.

Saludos,

José María

Respondido por
J. Gavilán

 Respuesta 11
 
22/02/2011 09:49:04

La mía, cuenta mi madre, que desde pequeño (muy pequeño) me quedaba mirando al cielo cuando estaba en mi carrito de bebé (qué tierno!). Con el paso de los años, me siguieron fascinando y de hecho, hoy a veces también, preguntarme como es posible que un bicho de tales dimensiones y peso se vaya al aire.

Cuando ya me di cuenta que era lo que más me gustaba, el primer día que volé en un cabina y el piloto metió gases y me pegó al asiento en la carrera de despegue.

Hoy, soy yo el que mueve los gases, y muchas de las veces, en los vuelos que soy el piloto "que no vuela" (PNF), y no estoy tocando los mandos en el despegue y empiezo a notar el empuje, cierro los ojos, por un segundo, y recuerdo aquella sensación que tuve, y no puedo evitar pensar, aunque sea por unos instantes (preferiblemente antes de llegar a V1 :P) que no me equivoqué y que con otra cosa, no hubiera sido tan feliz

Hala, esa es la mía.
Saludos

Juan


Respondido por
José María Rebés

 Respuesta 13
 
22/02/2011 19:15:53

Lo prometido es deuda (¡siempre podéis no leerlo!). Esta es la historia de una fascinación.

Recuerdo mi primer contacto con la aviación: tenía color azul y se llamaba Caravelle. Probablemente hoy en día sería de plástico, pero como en mi infancia el plástico era más bien escaso y su uso incipiente, lo más seguro es que fuera metálico. De aquellos con las juntas mal cerradas, con aristas algo cortantes. Recuerdo difuminado, en el que hasta el color impreso en mi memoria podría ser debido a una posterior idealización. Porque ¿de qué color puede ser un avión sino del color del cielo?

Caravelle, el mejor; Caravelle, el nombre más bonito de la historia de la aviación, el que recuerda la gesta del descubrimiento de otro Mundo, uno al que no se llegaba atravesando los cielos en naves sin remos, sino surcando el Gran Océano a bordo de pequeños cascarones más propios de un delicado Mediterráneo que de un desconocido y mortal Mar del titán Atlas.

Las cosas que de niño producen emociones de adulto catapultan nuestro rumbo. Juan se hizo piloto siguiendo esa emoción y soñando con ese Mundo que él quería descubrir. Mis sueños no me llevaron a nadar en el cielo, fui muy soñador y ante mí se abrieron otros muchos mundos.

Y esos mundos taparon por mucho tiempo el cielo, incluso después de haber subido ya alguna vez en un avión. El primero fue un B727, de Madrid a Las Palmas, como muchos de los recién casados de aquella década de los 70, en busca de un poco de Sol, de la Playa del Inglés, de los paisajes volcánicos de Lanzarote y de la cumbre no nevada del Teide. Entre islas aprendí a sentir las hélices de un Fokker 27.

Pero la fascinación no apareció hasta un día que subí a un DC-9 entre Barcelona y Madrid, en la era más gloriosa del Puente Aéreo. Descubrí algo que no había visto ni imaginado antes: ¡las nubes vistas desde arriba son preciosas! Me quedé embelesado mirando nubes pasar, suaves algodones aterciopelados, claros entre nubes y allí abajo, en un claro, el Embalse de Entrepeñas y Buendía. España, la España de mis estudios de Geografía, al de los mapas aquellos que se colgaban del techo en clase, aparecía a mis pies y me permitía revisitar su estudiada orografía, pero nunca antes vista con los ojos del aviador.

Frecuente mucho el Puente Aéreo, tanto que dormía sin prestar atención a nada, como un ejecutivo más, con ida el lunes temprano y vuelta el viernes tarde, con la sensación de la rutina y del agobio, que mata la ilusión. Tiempos en los que se fumaba en los aviones, creando un ambiente sobrecargado, tiempos en los que buscábamos entrar de los primeros en los B727 para tomar asiento en aquella fila trasera que quedaba rtas la puerta de salida posterior derecha, porque allí podías estirar las piernas. Si te sentabas más atrás, solo posible a la derecha, sentías el rugir del motor e incluso veías por la ventanilla su carcasa exterior. Esos B727, que ahora admiro, entonces me cansaban y me daban la sensación de ser autobuses viejos y gruñones.

El azar me llevó a Madrid al día siguiente de un trágico accidente en Barajas que muchos recordaréis, cuando dos aviones, un Aviaco y un Iberia, chocaron en tierra por el error, al parecer, de una de las tripulaciones al entrar en una pista por lo que no podían circular. Un trágico día de niebla en 1983, el 7 de Diciembre. El aburrimiento se convirtió en miedo a volar, me invadió la angustia del accidente, como a muchos de los que volamos en los días siguientes a Madrid o desde Madrid. A mí se me agarró el miedo a la piel, marcó con huella profunda el recuerdo de unos instantes que no viví y unas muertes que no fueron la mía, me hizo recordar escenas que no existieron y me las recordó a cada despegue y a cada aterrizaje por mucho tiempo.

Empecé entonces a interesarme por la realidad de la aviación, no como pasajero, sino como impulsado por un instinto de supervivencia. Necesitaba saber el por qué y el cómo, responderme a mí mismo que la técnica y los procedimientos dan siempre un paso al frente a cada accidente.

Años después, en 2000, otro accidente volvió a revivir mis angustias del 83: el del Concorde. Era el avión indestructible, un modelo de avión que jamás había tenido ni un solo accidente importante, o quizás ningún accidente. Si el Concorde podía morir -disculpad esta expresión, es lo que sentí- cualquire avión podía hacerlo, ya nada era, de nuevo, seguro.

Y como en el 83 al día siguiente del accidente del Concorde subí a un avión, esta vez hacia Lima-Callao, en un estupendo A340 de Iberia. Elegí ventanilla ... y reapareció la fascinación del paisaje cuando, tras horas de vuelo, allá abajo apareció la Selva Amazónica. ¡Horas y horas de selva! Aunque también kilómetros y kilómetros de rectas carreteras surcando la selva y humos de incendios aquí y allá a todo lo largo de aquellas 3 horas de selva. ¡Qué increíble sensación de no ser nada comparado con las maravillas de la Naturaleza!

Fascinación que aumentó al ver las altas cumbres de los Andes asomando por encima de las nubes al abandonar el Amazonas. Aquellos nevados impresionaban. Los vi en mi vuelo entre Lima y Cuzco, con aquel aterrizaje fascinante en esta última ciudad, con una maniobra de 180º tras sobrevolar la pista en toda su extensión para aterrizar desde el Norte (si no recuerdo mal) y cuesta arriba. Montañas, ciudad, aeropuerto, ¡Cuzco está proyectado para los amantes de la aviación!

Pero en el vuelo de vuelta sucedió, un incidente de vuelo para el piloto, un susto para los pasajeros, el inicio de una travesía dura para mí. El B737-2xx que me llevó de Cuzco a Lima tuvo por dos veces dos pérdidas de sustentación en la maniobra de aproximación a Lima muy bruscas, en la primera de ellas una de las azafatas se golpeó en la cabeza con el techo. Se oyeron muchos gritos, el avión pareció caer libremente mucho tiempo, aunque sin duda no pasó de un par de segundos. Mis manos frías y sudorosas, mis piernas tensas, mi mano cogida a la del pasajero de al lado ... el inicio del pánico a volar llamó a mi puerta. El incidente acabó cuando el piloto metió motores a fondo y eralizó el go-around para posteriormente descender por el lado contrario de la pista, pero todo eso era anecdótico para mí.

El miedo no es racional, no responde a los conocimientos ni responde a las necesidades de la vida de quien lo padece. El miedo se alimenta de sí mismo, de lo que te invita a imaginar, de cada instante en el que et ataca, crece como una bola de nieve cuesta abajo, como un alud en la alta montaña, desbocado, irrefrenable, ambicioso, imparable.

Tuve que afrontar mi miedo sin armas, me dejé vencer en numerosas ocasiones, utilicé estratagemas para soportar mis contínuos vuelos, esos que la profesión me imponía, sin confesar a nadie mi pánico a volar.

Entre tanto la vida me proporcionó también visiones fantásticas desde el cielo, como volar en un JetStream 31, sin puerta de cockpit, de tal forma que estabas allí con los pilotos, en primera fila tras ellos, viendo cómo funciona todo. La relación entre el suave tirón del volante y el inicio de la rotación es uno de esos momentos mágicos del vuelo que no puedes disfrutar si vas en cabina de pasajeros, pero en el JetStream 31 estabas allí, justo tras el piloto.

Los Pirineos visto desde ese avión ayudaron a aumentar la fascinación, en unos momentos en los que la fascinación y el pánico se daban la mano en mi interior. ¡Dura lucha! ¡Querer volar a la vez que tener pánico a hacerlo!

No quiero alargar mucho más esta historia de una fascinación. El fin del pánico se ha producido de la mano de la afición a la fotografía. La cámara me ha salvado del miedo, que ya no tengo, no sufro, no padezco, es más, disfruto de cada vuelo, planifico cada vuelo y mi cámara está siempre conmigo. La fascinación queda, el pánico se fue.

Saludos y disculpad el tostón,

José María

PD 1: no he revisado el texto, espero que no haya muchas faltas de ortografía ni muchos deslices disléxicos, que me suelen acompañar "como el recodo al camino"

PD 2, personal para J.G.: ¿has comido palomitas?




Respondido por
Carlos Esteban

 Respuesta 17
 
23/02/2011 19:50:37

Lo primero es que tengo 12 años. Me encantaban los trenes y yo quería ir a París en el trenhotel, me decían que era lento y aburrido. Al final fuí en avión. En cuanto vi mi avión colocarse en la rampa se me encojió el corazón. Era un 320 de Iberia. Era muy pronto y no había salido el sol. En cuanto monte y encendieron los motores me sorprendió su ruido y su fuerza. Empezamos el rodaje y yo cada vez estaba más nervioso, ví un 737 de air europa despegar y me encanto. En cuanto cogimos la pista y metió potencia al motor no me salían las palabras. Despegamos y vi la sombra del avión en el sueló, estaba plegando el tren. En ese momento me dije: quiero volar.
De ahí salio mi afición, y cada vez me gustan más porque van aumentando de tamallo y llega un momento en el que te preguntas como eso vuela. Lo más reciente en este tema es que encontre una foto de mi primer vuelo, ¡en un 747 de Iberia!
Un saludo y a seguir contando historias


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