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José María Rebés |
Alas de Navidad (cuento) |
Topic started
12-5-2011 23:14:52
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Jean-Luc observaba los rostros preocupados, casi angustiados, de sus hijos y nietos. Cerca, su esposa Amélie guardaba un silencio amante y respetuoso, pues era el momento del marido, cercano al final del camino. Habían llegado todos de la lejana gran ciudad, de París, la Reina del Mundo como cantaba la Minstinguett. El último de la familia, el pequeño bisnieto Emmanuel, jugueteaba en la habitación ante el disgusto de su padre, que hubiera preferido sentarle en una silla, pero el viejo aviador quería ver al bisnieto correr y verle alegrar la casa con su amor a la vida.
Los había reunido allí a todos para despedirse, o eso intuían. Sabían lo cercano que estaba el final de su vida, por eso la tristeza, por eso la tensión, por eso el deseo de que todo acabara sin sufrimientos, con dulzura, con ternura. Pero acaso el hecho de que fuera Nochebuena podría cambiar el guión, quizás la reunión era la de una Navidad especial, con todos juntos por primera vez en muchos años; Amélie se había encargado de que no faltara nadie.
Cuando los tuvo allí a todos reunidos el viejo aviador miró a cada uno a los ojos con un gran amor y empezó un relato, el último relato:
"Voy a contaros algo que nunca antes confesé a nadie. Era el año 1944 y aquí, en esta misma casa, vivía yo una adolescencia ciega, la vista perdida nadie sabía explicar bien por qué. Amanecía el día de Navidad, y ni siquiera en aquel día los bombarderos dejaron de cruzar por encima nuestro camino de una Alemania ya casi vencida.
Solía despertarme a cualquier hora de la noche desde que perdiera la vista. Al no ser capaz de distinguir la luz de la oscuridad mi joven cuerpo no encontraba un ritmo natural de vigilia y cualquier ruido me despertaba. Bueno, no todos, pero los bombarderos siempre me despertaban. Los oía, daba igual a qué altura fuera, no importaba que nadie más los oyera: yo los oía y casi podía verlos. Amaba los aviones desde siempre, pero ya nunca podría sentirlos obedecer mis órdenes, como un jinete siente su caballo.
Despierto, pero temeroso de levantarme, me concentraba en los aviones en aquella mañana de Navidad cuando sentí la voz de un hombre: "Hola Jean-Luc", empezó a hablar con dulzura, "me han contado lo que te pasó, me han dicho que tu horizonte se cerró y la luz desapareció de tu vida. Y he visto cuánto amas la aviación, cuánto desearías estar allí arriba para volar".
Asombrado, pero no asustado, me dejé arrullar por aquella voz a la par segura y emocionada. "Sí", contesté, "¡tanto desearía poder volar! Pero he perdido la vista y ya nunca podré saber lo que se siente cerca de las estrellas.".
"Jean-Luc, soy aviador, y deseo compartir contigo lo que se siente", me dijo aquel hombre. Entonces sentí su mano tomando la mía y me incorporé. Me dejé llevar de la mano y en seguida noté una silla tras de mí, y aquel hombre me habló de nuevo: "toma asiento, Jean-Luc, ahora ya puedes abrir los ojos".
"¿Abrir los ojos?", respondí. Un suave sonido de confirmación me hizo abrir mis abiertos ojos, y para mi asombro pude ver: era de noche y estábamos volando, aquel asiento era el de un avión, enfrente mío los relojes daban cuenta de informaciones que no sabía interpretar, y más allá, tras el sucio cristal, por delante y por encima mío, el cielo estrellado me descubría el mundo que una vez soñé. Oía la voz del aviador, pero no le veía. "¡Veo!, ¡Veo las estrellas, veo las nubes iluminadas por la Luna, la veo a ella misma!" Emocionado, esperaba y temía despertar en cualquier momento de aquel espectáculo irreal par mí a la par que deseado. "¿En qué avión estamos?". "Un Lockheed de reconocimiento, un Relámpago", me dijo, "el avión más rápido del mundo".
---------------------------- Modificado el 06/12/2011 19:03:13
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José María Rebés |
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Reply #1
12-5-2011 23:14:59
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Entonces sentí su mano en mi hombro, ví algo entre sus dedos y él de nuevo me habló: "Jean-Luc, éstas son las alas que llevarás desde ahora, cuídalas, hazte merecedor de haberlas recibido. Ahora adiós, quizás algún día volamos a vernos".
Al instante la imagen del avión se desvaneció y me ví de nuevo en mi cama, aquel amanecer de Navidad. La luz del Sol golpeaba aquí y allá en mi habitación, y yo podía verla. Los médicos hablaron de un milagro, y aunque nunca pudieron entender por qué mi vista se había nublado, quisieron ver en mi recuperada visión el descanso de mi alma por el inminente final de la guerra.
Y ya sabéis el resto, hijos, nietos, esposa, ya sabéis cómo he servido como aviador a esas alas que recibí aquella noche, cómo he amado el estar allí, entre las nubes, por encima de ellas, cómo he vivido tratando siempre de ser merecedor de aquel gesto de amor de aquel aviador.
Ahora es el momento de despedirme de vosotros, siento que mis alas se cierran y deseo descansar entre ellas más allá de las nubes y las estrellas".
En la habitación se hizo el silencio. Jean-Luc cerró los ojos y a la vez cerró su puño derecho, como queriendo conservar algo a buen resguardo.
"¡Abu!", dijo Emmanuel. "¿Cómo se llamaba el aviador?".
"¿El aviador? ¡Ah ... sí!". Jean-Luc tomó de su mano la de su pequeño bisnieto. "¿Lo ves ahora?" Entonces Emmanuel vió también al aviador, las estrellas y las nubes plateadas por la Luna. "Su nombre es ... Antoine de ...".
No dijo más, pero Emmanuel ya lo sabía, él había recibido en aquella carlinga del P-38 las alas que le entregó su bisabuelo. Entonces supo que el también sería aviador.
A todos los aviadores, spotters, instructores y estudiantes que cerraron sus alas en 2011.
José María Rebés
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Ismael -Costa del Sol Spotters- (Fuengirola) |
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Reply #2
12-5-2011 23:41:20
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Conmovedor. Muchas gracias por compartirlo. Saludos, Ismael.
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VICENTE ALONSO |
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Reply #3
12-6-2011 09:44:47
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HOLA JOSÉ MARÍA, GRACIAS POR PONER ESTE BONITO CUENTO QUE CON TU PERMISO VOY A DAR A CONOCER PARA AQUELLOS QUE GUSTAN TAMBIÉN DE ANTOINE DE Saint-Exupéry
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José María Rebés |
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Reply #4
12-6-2011 09:58:32
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Gracias Ismael, gracias Titón. Por supuesto que tienes me permiso.
Un abrazo a ambos y felices Navidades
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Alejandro Cabrera |
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Reply #5
12-6-2011 11:18:13
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Jose Maria, emocionante, esa es la palabra.
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Juan M. Gonzalez |
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Reply #6
12-6-2011 11:36:41
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Creo que es un acierto, oportunidad concreta aparte, que este foro acoja de vez en cuando relatos propios o ajenos que estén relacionados con nuestras ilusiones o actividades y sean de calidad para disfrute común. Gracias por este estupendo relato de ese gran escritor y aviador que, como los mitos y los dioses, pasó a un mundo de luz y ensueño sin que nadie supiera como, en alguna parte del cielo mediterráneo.
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Hugo |
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Reply #7
12-6-2011 11:47:18
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Precioso, FELICES FIESTAS A TODOS....
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Juan M. Gonzalez |
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Reply #8
12-6-2011 11:51:50
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Creo que releyendo los ultimos párrafos del relato, mejor que el "de ese gran..." hubiera debido poner "que alude a ese gran..." y quedaría mas apropiado.
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Jaime de Pablos - Aire |
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Reply #9
12-6-2011 17:28:01
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José María Rebés |
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Reply #10
12-6-2011 17:32:13
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Es mío, sí, de lo contrario habría indicado el autor. Está en mi blog también, del que no hago propaganda aquí puesto que no va de aviación.
Saludos
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José María Rebés |
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Reply #11
12-6-2011 17:57:55
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Y puedes ponerlo en tu blog, por supuesto, indicando el autor.
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luis esteban rodriguez-YOUNG SPOTTER-spotting andalucia |
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Reply #12
12-6-2011 19:55:59
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Amo este cuenta, has dado alas a mi sueño jose maría, muchas gracias, ya se qué pedir a los reyes magos ;)
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Daniel Garcia S. |
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Reply #13
12-7-2011 16:52:56
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Gracias Jose Maria por compartir este magnifico cuento. Tambien con tu permiso no solo se lo dedico a quienes cerraron su alas en 2011 y antes, si no a sus familiares y amigos para quienes queda siempre el pensamiento de sus seres queridos y cito: "deseo descansar entre ellas más allá de las nubes y las estrellas".
Para todos los amigos de A.C. Felices y Fiestas.
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José María Rebés |
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Reply #14
12-22-2011 22:08:49
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Daniel,
Hoy he enterrado a mi padre, así es que tu dedicatoria extendida va también para él. Descanse en paz.
Feliz Navidad a todos, ilusión y amor para los amigos y la familia, que eso es todo lo que en la recta final vale la pena llevarse como equipaje entre las alas.
José María
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